Ladrones de antifaz y de trabuco, de media en la cara y recortada en la mano, ladrones de chaqueta, de gomina y corbata. Amigos de lo ajeno que detraen con violencia lo que no les pertenece: la recaudación de una farmacia, la cartera de una anciana o los ahorros de una vida.

Hubo un tiempo en que robar era tan sencillo como coger lo que a uno no le pertenecía, y quizá siga siendo asi de simple aunque los poderosos inventen otros nombres para salir impunes. Sus alzamientos de bienes, su alteración del precio de las cosas, sus malversaciones, su ocultación de capitales… No son otra cosa que robar.

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