Sería muy poético que nuestro invitado de hoy siguiera vivo, pero dando por buena su leyenda es posible que ya hubiera muerto en su retiro paradisiaco victima de los achaques propios de su edad, si encontró alguien que le recetará su lista interminable de fármacos quizá siga a sus 82 años apoyando sus pantuflas en una alfombra de piel de leopardo y sus maltratadas caderas en un sofá de terciopelo mientras ve la televisión con una especie de mueca de la que cuelga una baba.

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